Bahía Blanca | Sabado, 18 de mayo

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¡Eliminá esa idea!

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Entre 1885 y 1939 se considera que Sigmund Freud funda el psicoanálisis, teoría adoptada por miles de terapeutas, aún con vigencia. Casi como un mantra se repite y se sabe que aquello que no se resuelve vuelve una y otra vez en forma de síntoma, con lo cual, si se reprimen pensamientos y sentimientos, estos quedan alojados en el inconsciente impactando de forma dañina en el bienestar y en las conductas.

Por ende, el motivo de la psicoterapia desde este paradigma es “desenmarañar” esos pensamientos y sentimientos de forma tal de poder lidiar con ellos, es decir que “la cura” se produce cuando se hacen conscientes traumas reprimidos y asociaciones inconscientes; el objetivo es entender conflictos internos del pasado para actuar de otra manera en el presente.

Sin embargo, un estudio llevado a cabo en el MRC Cognition and Brain Sciences Unit de la Universidad de Cambridge, tira por tierra las ideas de Freud y sus seguidores. Los investigadores entrenaron a 120 voluntarios de dieciséis países para que puedan eliminar los pensamientos sobre situaciones negativas y acontecimientos preocupantes y el resultado fue revelador, ya que no solo se disipaban, sino que la salud mental mejoraba notablemente. 

La investigación tuvo como punto de partida la pandemia, pues había que encontrar la forma de ayudar a que las personas pudieran controlar la ansiedad. A partir de un mecanismo cerebral vinculado con el control inhibitorio, que es ni más ni menos que la capacidad para anular respuestas reflejas se pretendía ver cómo se podía aplicar a la recuperación de la memoria y en detener la recuperación de pensamientos dolorosos.

Los participantes debían pensar en una serie de escenarios a los que se podrían enfrentar en los próximos dos años: preocupaciones y miedos, sueños positivos y esperanzas y eventos rutinarios, mundanos y neutrales. Para cada evento tenían que pronunciar una palabra clave y un detalle. Además, calificaban cada suceso de acuerdo con la probabilidad de que acontezca, nivel de ansiedad o alegría, frecuencia del pensamiento, intensidad, entre otras. También completaron cuestionarios para evaluar la salud mental.

Los hallazgos se publicaron en Science Advances y la conclusión es evidente: de 120 participantes 119 reportaron que al suprimir los pensamientos estos se volvían menos vívidos, mejoraban su ánimo, su salud mental y descendían los niveles de ansiedad. A su vez, las personas que al comienzo de la investigación tenían problemas de depresión o estrés postraumático lograron una mejoría contradiciendo la teoría que postula que suprimir un pensamiento es un proceso de afrontamiento desadaptativo; tampoco hubo efecto rebote.

En tiempos complejos me atrevo a asegurar que todos tenemos preocupaciones y convertirse en una especie de rumiante no aporta soluciones. Si los problemas, que a veces resolver gran parte de ellos escapan a nuestro alcance y se enlazan en una cadena de pensamientos repetitivos, negativos, que parecen no tener fin, solo erosionan la salud mental. Hay momentos en los que e mejor dar vuelta la página y, si no se puede, al menos intentar establecer pequeños recreos mentales para poder avizorar otros escenarios y otras formas de estar.