Bahía Blanca | Sabado, 28 de junio

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Museo de Radios Antiguas de Bahía Blanca: la hora de nadar contra la corriente

“Más allá de haber perdido más del 60 % del material, mantengo la esperanza de volver a abrir”, dijo el Ing. Carlos Benítez, el titular de la entidad.

En el museo de Laprida 268 aún no llegó la ayuda de la Nación. / Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva. y gentileza Carlos Benítez.

“La solidaridad se manifestó desde todo el país. Por ejemplo, desde Bolívar me mandaron siete radios, incluyendo tres 7 Mares impecables. Y de Bahía Blanca han donado álbumes (de discos) y dinero a través de distintas plataformas. Precisamente, es la solidaridad de la gente la que me motiva a seguir trabajando para poner todo en las mejores condiciones posibles para reabrir en algún momento”.

Al Ing. Elect. Carlos Benítez, responsable del Museo de Radios Antiguas Carlos Gardel de nuestra ciudad, aún hoy le cuesta digerir lo que sucedió —en Laprida 268, en una de las zonas más afectadas— durante la trágica inundación del último 7 de marzo. Pero lejos está de perder las esperanzas.

El agua, que ingresó un metro y 20 centímetros, tal como aún queda registrado en las paredes y en las estanterías, provocó el daño de poco más del 60 % de las radios, vitrolas, discos y documentos únicos afines que, en todo este tiempo, Benítez se encargó de compilar y exhibir —en forma gratuita— no sólo a los bahienses, sino a delegaciones (estudiantes entre ellos) llegadas desde otras localidades para apreciar un tramo de la rica historia radiofónica.

“Desgraciadamente, todo lo que estaba por debajo de ese nivel (1m20) se inundó. Eso incluye entre 15 y 20 radios muy importantes, las más pesadas, las que eran de mayor valor y se encontraban en la parte baja de las estanterías”, agregó.

—¿Esas radios se pueden arreglar?

—El daño es casi irreversible. No hay experiencia mundial para reparar equipos de esas características. Estoy acostumbrado a hacerlo con la humedad de más de 40 años en un galpón ¡pero no 12 horas dentro de una piscina! El agua lo deteriora todo, desde la madera hasta la electrónica. Lo único que pude hacer fue sacarlas al sol.

La caída de la mampostería también dañó parte de las piezas históricas.

“Lo cierto es que cuando llegué, al otro día de la inundación, me encontré hasta con una heladera en el museo. El agua también hizo que se cayera una estantería por completo y ahí había radios y todos los discos de pasta eméritos que tenía de Gardel. Hubo muchas pérdidas en radios, discos, papeles, circuitos e infraestructura”.

—¿Cuáles son las expectativas para volver a poner en funcionamiento a las radios?

—Me comuniqué con coleccionistas de la ciudad española de Valencia que padecieron la DANA (NdR: Depresión Aislada en Niveles Altos. Sucedió el 30 de octubre de 2024 y provocó la muerte de 228 personas) y tuvieron el mismo problema. Me dijeron que han recuperado alrededor del 50 %. Esas son mis expectativas.

“Hay que destacar que el museo es interactivo. La gente quiere escuchar las radios y así las enchufo para que funcionen. No me gusta exhibir cosas que no funcionan y siempre quiero que todo esté operativo. Tengo la ilusión de que algunas radios funcionen y otras, en realidad, deberán ser reemplazadas, como etapa que es habitual en el coleccionismo. ¿Las nuevas donaciones? Es probable que tenga más radios, pero nunca voy a recuperar las antiguas que se perdieron. Eran únicas”.

—¿El taller se salvó?

—Sí, porque está arriba. Subí muchas cosas allí, a tal punto que ahora casi no se puede entrar. Es un lugar clave para mí, porque es donde tengo las herramientas indispensables para reparar las radios.

—¿Cuál fue el daño en la estructura de la casa?

—Lo primero que cedió fue la terraza, que causó un agujero en el techo. Al caerse la mampostería, se rompieron dos vitrolas y un montón de discos. Lo primero que hice fue tirar alquitrán negro para evitar que siguiera entrando agua si llovía. Y después arreglé el techo.

“Ahora queda arreglar las paredes, que están horribles, y el piso de pinotea, que quedó muy dañado. ¿Qué pasó? Tenían una batea con rejillas para la aireación, pero como la casa se construyó en la parte de adelante, esas rejillas se sellaron y, al inundarse, todo se convirtió en una pileta de natación. La pinotea no se seca fácilmente, y menos en el invierno, así que saqué dos o tres maderas para que se ventilen permanentemente con la ayuda de ventiladores. Pero hay que hacer un trabajo fino y cambiarla, lo cual es muy costoso. En realidad, la quiero dejar porque tiene 120 años y le da un aspecto antiguo al museo. Y porque no tengo los medios para poner un piso flotante, claro”.

—¿Tenés calculado el costo para poner el museo en funcionamiento?

—No. Todo dependerá de la ayuda económica. Si no llegan fondos de la Nación lamentablemente no lo voy a poder abrir, porque esto tiene que estar presentable y en condiciones de seguridad.

Benítez está inmerso en la dura tarea para preservar la historia de la radiofonía.

“Cierto es que la municipalidad, a través de la directora del Instituto Cultural, Natalia Martirena, al principio me ayudó.

—¿Aún no llegó el subsidio de la Nación?

—Todavía no. Pasaron más de tres meses y se siguen analizando los pedidos. Entiendo que la metodología que usó la gente de la Agencia Federal de Emergencia no fue la adecuada, ya que en nuestro barrio es sencillo comprobar quién se vio afectado y quién no. Pero sólo algunos cobraron.