Crisis emocional en Bahía: aumento de consultas infantiles tras la inundación
“Es fundamental garantizar el acceso a atención especializada y oportuna, aún queda mucho por hacer tanto en el ámbito público como en el ámbito privado”, señaló el licenciado en Psicología, Hugo Kern.
Recibido en 1993, acumula 28 años de trayectoria en el periodismo local. Ex jefe de la sección Deportes y La Ciudad y actual secretario de Redacción de La Nueva. Ex profesor de los dos institutos de Periodismo de la ciudad. Especialista en temas deportivos, sociales y gremiales.
La reciente inundación y las condiciones económicas y culturales que se vivieron en Bahía Blanca han generado un aumento significativo en las consultas de niños y adolescentes por problemas emocionales.
La depresión y otros trastornos de salud mental, como la ansiedad, son complejos de identificar y diagnosticar en niños y adolescentes debido a las diferencias con los cuadros típicos observados en adultos.
A diferencia de los mayores, quienes muestran como síntomas más visibles tristeza, desgano o pérdida de interés, en los más jóvenes estos trastornos suelen manifestarse como irritabilidad, aislamiento, cambios abruptos de hábitos de sueño o alimentación, fluctuaciones en el rendimiento escolar y hasta la búsqueda constante de castigo por parte de sus cuidadores.
Los problemas de salud mental no distinguen edad o clase social, y cada vez es mayor el conocimiento de su prevalencia en todos los grupos etarios. Tampoco son exclusivos de algunas regiones o centros urbanos, sino que se convirtieron en un desafío global.
De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años padece un trastorno mental en el mundo, lo que representa el 15% de la carga mundial de enfermedad en este grupo de edad”.
Si no se tratan, la depresión y la ansiedad afectan el desarrollo de los niños y adolescentes, porque son trastornos que interfieren en múltiples dimensiones: en el aprendizaje, las relaciones, y la salud física y emocional. Los especialistas coinciden en que es fundamental que los padres reconozcan los signos de alerta y busquen ayuda si es necesario.
“La comunidad debe ser involucrada en la respuesta a esta situación, a través de la participación de organizaciones sociales, escuelas y familias”, señaló el doctor Hugo Kern, especialista en Psicología Clínica, jefe del Departamento de Salud Mental y Adicciones de la comuna.
Y añadió: “Esta situación nos esfuerza para una respuesta integral del departamento de salud mental del municipio y de la subsecretaría de Niñez, coordinada desde una perspectiva de derechos, que prioriza la protección y el bienestar de los niños y adolescentes”.
En ese tren, Kern manifestó que es fundamental sostener una perspectiva de derechos, como ser el Derecho a la salud (los niños y adolescentes tienen derecho a acceder a servicios de salud de calidad, incluyendo atención psicológica y emocional); el derecho a la protección (los niños y adolescentes tienen derecho a ser protegidos contra la violencia, el abuso y la negligencia) y el derecho a la participación (los niños y adolescentes tienen derecho a participar en la toma de decisiones que afecten sus vidas y a ser escuchados en los procesos que les conciernen).
“Es fundamental garantizar el acceso a atención especializada y oportuna, aún queda mucho por hacer tanto en el ámbito público como en el ámbito privado. En Bahía implementamos distintos programas de apoyo emocional para niños y adolescentes, como La Buena Noticia sos vos, el programa prevención sobre juego compulsivo que incluyen terapias individuales y grupales, así como actividades recreativas y educativas”.
Simultáneamente se realizan talleres de salud mental y cuidados familiares.
“Las familias deben recibir apoyo y protección para garantizar el bienestar de los niños y adolescentes, incluyendo acceso a servicios sociales y económicos, ya que la intervención temprana es crucial para prevenir problemas emocionales y psicológicos a largo plazo”.
Asimismo el enfoque comunitario que involucra a la comunidad local, las escuelas y las organizaciones sociales es esencial para abordar esta situación.
Kern manifestó que, como especialista en psicología infanto-juvenil, es fundamental entender que las autolesiones y las conductas autolíticas pueden tener diferentes significados y motivaciones en niños y adolescentes.
“Aunque a menudo se confunden o se consideran sinónimos, es importante diferenciar entre ambos conceptos”, señaló.
Respecto a las autolesiones, manifestó que se refieren a comportamientos en los que un niño o un adolescente se causa daño físico a sí mismo, como cortarse, quemarse o golpearse.
“Sin la intención de suicidarse estos comportamientos aumenta frente a situaciones estrés y de angustia. Pueden ser un mecanismo de afrontamiento para manejar emociones intensas, como ansiedad, tristeza o ira. También pueden ser una forma de expresar dolor emocional o de sentir un sentido de control sobre la propia vida”.
Para el especialista, las autolesiones deberían ser consideradas un pedido de auxilio, una forma de expresar sin palabras la demanda de atención y apoyo para abordar problemas emocionales subyacentes.
En cuanto, a las autolíticas, Kern señaló que están referidas a comportamientos que implican un riesgo significativo de daño o muerte, como intentos de suicidio o acciones que pueden llevar a la muerte.
“La tentativa suicida constituye un grave problema sanitario. Para la prevención de los mismos estamos trabajando con el departamento de Epidemiología de campo y con el proyecto Red de Vidas, que articula también con el Hospital Municipal”.
Las motivaciones a esta conducta son un deseo de escapar de una situación emocional o física intolerable, o de poner fin a la propia vida.
En ese sentido, la OMS destaca que el suicidio ocupa la tercera posición entre las causas de muerte en personas de 15 a 29 años.
“Las conductas autolíticas pueden ser consideradas un intento de suicidio, ya que el individuo puede estar poniendo en riesgo su vida de manera intencional”.
Por ello, diferenciar la gravedad o el nivel de riesgo es clave.
“Las autolesiones pueden ser un riesgo para la salud física, pero no necesariamente implican un riesgo de muerte. La evaluación es individaulizada y analizada en el contexto y situación del adolescente”.
Cabe señalar que para reforzar el trabajo en salud mental comunitaria, se han puesto en funcionamiento cuatro equipos territoriales en Zona Norte, Noroeste, Villa Harding Green y en el Centro de Salud Leandro Piñeiro, que ya cuentan con equipos interdisciplinarios incorporados durante los últimos meses.
Procesos de hibridación
Hugo Kern también alerto sobre el excesivo uso de tecnologías de la Información y la Comunicación (más conocidas como TICs).
“Estamos viviendo una época caracterizada por la revolución digital, que se aceleró durante la pandemia. Estamos presenciando procesos de hibridación por delegación de funciones”, opinó.
Y agregó: “los dispositivos nos reemplazan en funciones que antes estaban a cargo de nuestras mentes. Por ejemplo en la memoria y la orientación espacial, que ahora es dirigida por aplicaciones. No sabemos dónde llegar sin Google Maps”.
La exposición a pantallas y tecnologías digitales es un tema de creciente interés en la sociedad actual, y su impacto en la salud emocional de niños y adolescentes es un área de estudio importante.
“El uso excesivo de tecnologías digitales puede llevar a un aislamiento social, reduciendo las interacciones sociales reales y afectan la salud emocional por la poca tolerancia a la frustración y a la espera que implica compartir con otros en la vida real”.
Kern subrayó que la exposición a pantallas antes de dormir puede alterar los ritmos circadianos y afectar la calidad del sueño, que impacta negativamente en el desarrollo y crecimiento.
Otra cuestión a tener en cuenta es la exposición a ciberacoso y el ciberbullyng, que puede tener graves consecuencias emocionales para niños y adolescentes, incluyendo ansiedad, depresión y baja autoestima.
“Las redes sociales pueden fomentar la comparación social e imponer modelos no saludables lo que afectan la autoestima. Nos recuerda la necesidad del acompañamiento adulto y responsable de los niños frente a la tecnología. De hecho, el juego de apuestas es un problema se extiende de forma alarmante cuando los afectados son niños y adolescentes”.
En este tren, la médica psiquiatra Geraldine Peronace (MN 110.541) destacó el impacto negativo de la tecnología en la salud emocional de los jóvenes.
“Los adolescentes hoy en día vinculan su autoestima directamente con los ‘likes’ y las visualizaciones de sus publicaciones en redes sociales como Instagram y TikTok”.
Desde su perspectiva, este fenómeno de búsqueda constante de validación a través de las redes puede afectar profundamente la autoestima de los jóvenes y desencadenar trastornos como la depresión y la ansiedad.
Esta presión social es especialmente intensa entre las adolescentes, que son más vulnerables a sentirse valoradas en función de su presencia digital.
“Es fundamental acompañar a los jóvenes en su uso de las redes sociales y educarlos sobre los peligros de vincular su valor personal con la validación digital”, afirmó.
La OMS remarca que “las consecuencias de no abordar los problemas de salud mental de los adolescentes se extienden a la edad adulta, perjudicando tanto la salud física como la mental y limitando las oportunidades de llevar una vida plena”. Y en ese marco, los especialistas coinciden en que es esencial que los padres estén atentos a los signos de alerta y busquen apoyo cuando sea necesario.
Las autolesiones, una manera de llamar la atención
Javer Indart es médico pediatra, psiquiatra infantojuvenil, dirige el Hospital Elizalde de Buenos Aires y es el actual presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría.
“En el último tiempo hay muchos trastornos vinculados con la virtualidad, como el bullying, el grooming y el sexting”, dice.
Y añade: “Es difícil de cuantificar porque las estadísticas son parciales en la Argentina, pero todos los pediatras que trabajamos en el ámbito público y privado no veíamos hace 10 o 15 años la cantidad de casos de situaciones de salud mental que estamos viendo”.
“A las guardias de los hospitales y clínicas llegan muchos niños y niñas con cortes, autolesiones. También se llega a intentos autolíticos, intentos de suicidios. Lo estamos viendo con bastante frecuencia”, insiste.
—Estas autolesiones, ¿con qué cuadros de salud mental se vinculan?
—Son manifestaciones de graves depresiones. Son chicos que dicen que no quieren vivir más o tienen un sufrimiento psicológico de tal intensidad que lo que intentan es cortarse.
—¿Qué buscan con esos cortes?
—Cortarse es una estrategia que inicialmente intenta cambiar un dolor psíquico que el niño o el adolescente no lo puede manejar por un dolor somático provocado por el corte, que ese sí lo puede ver, lo puede controlar, lo puede detener inicialmente. También en estas conductas la virtualidad tiene su influencia, ya que desde algunos sitios web o redes sociales se incita a realizarlos.
—¿A qué atribuyen este aumento?
—En el caso de los adolescentes, hay muchos trastornos vinculados específicamente con la virtualidad, como son el bullying, el grooming, el sexting. El aislamiento que se dio por la pandemia hizo que se exacerbaran comportamientos vinculados a los juegos en red y a desafíos, que eran especialmente peligrosos.
—¿Qué hacen ante este panorama desde la Sociedad Argentina Pediatría?
—Estamos tratando de formar a nuestros pediatras en todos aquellos aspectos de la atención inicial de la crisis de salud mental que pueden llegar a las guardias. Porque en las guardias no van a ser atendidos por un psiquiatra o un psicólogo en la mayoría de los casos, van a ser atendidos por un pediatra. Entonces el cuadro de excitación psicomotriz, el cuadro de depresión, adolescentes que consultan por cortes, el intento de suicidio, son todos elementos que el pediatra tiene que estar capacitado para dar un abordaje inicial que muchas veces protege la vida que está seriamente amenazada.