Bahía Blanca | Sabado, 28 de junio

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Coletazos de la inundación: se viene la limpieza de desagües pluviales

Se apunta a adecuar los conductos, sumideros y bocas de tormenta, de manera que se encuentren en condiciones de funcionar correctamente en caso de precipitaciones intensas. 
 

A poco más de tres meses de la inundación que sufrió la ciudad, la municipalidad avanza con la reconstrucción de lo dañado por el agua y se apresta a iniciar la limpieza de todos los pluviales, afectados en su capacidad por la acumulación de sedimento y basura.

Completada la limpieza del entubado del Napostá, se trabaja ahora en la adecuación de los conductos pluviales, sumideros y bocas de tormenta, de manera que se encuentren en condiciones correctas de funcionamiento. 

“Estamos haciendo limpieza de toda esta infraestructura con personal municipal, cooperativas y con Bahía Ambiental Sapem”, detalló a este diario el secretario de obras públicas de la comuna, licenciado Gustavo Trankels.

La única parte que se convocó a licitación es la limpieza del pluvial que corre por calle Godoy Cruz, un recorrido de 300 metros entre calles Chacabuco y Rivadavia, trabajo que por su magnitud excede la posibilidad de hacerlo con personal municipal.

La obra Se licitó el pasado jueves, con un presupuesto oficial de 82,5 millones de pesos y un plazo de ejecución de 90 días. 
Hubo un único oferente, la firma Romanisa Soluciones Integrales SA, que cotizó los trabajos en 79,4 millones de pesos, un 3,76% por debajo del valor estimado.

El lugar

El pluvial está conformado por un conducto de hormigón armado de sección rectangular de 3,40 metros x 2,20 metros, con una capacidad estimada de transporte de 30 m3/seg, es decir el 75% de la que tiene el entubado del Napostá.

Prueba de la violencia que tuvo el fenómeno del pasado 7 de marzo con los casi 300 milímetros de lluvia caídos en menos de seis horas es que el 70% del desagüe se encuentra obstruido por la acumulación del suelo sedimentado.

Si ocurriese hoy una precipitación importante, toda la cuenca alta –unas 240 hectáreas— tendría severos problemas para evacuar el agua superficial.

Para realizar la limpieza se deberán retirar las losetas que hacen de tapa del conducto, las cuales serán acopiadas a un costado y recolocadas una vez terminada la tarea. 

Las especificaciones técnicas respecto a la intervención señalan que el conducto deberá quedar “limpio y libre de material sucio”, mientras que todo la tierra que se retire será depositada en un sitio a indicar por la municipalidad. También se procederá a la limpieza de los empalmes y los sumideros relacionados con el desagüe.

Un detalle (no menor)

Si bien luego de la inundación del 7 de marzo mucho se habló de la falta de mantenimiento del sistema de desagüe de la ciudad, en el caso particular del pluvial de Godoy Cruz hubo al menos dos antecedentes de limpieza, uno de 2016 y otro de julio de 2022. 

En el primer caso la intervención tuvo un costo de 718 mil pesos, en el segundo de 8,2 millones, mientras que el actual asciende a 82 millones. 

No hay un protocolo de mantenimiento que sugiera cada cuanto tiempo es conveniente realizar esta limpieza ni tampoco hay referencias a tareas similares realizadas en otros desagües, no menos importantes de la ciudad.

Un poco de historia

Un artículo de Paula Zapperi, doctora en Geografía, publicado en 2014 en la revista de geografía de la UNS, permite tener un panorama del escurrimiento urbano en nuestra ciudad.

De 1957 data el inicio del tendido de los desagües pluviales en la ciudad, proyectados por la Dirección de Hidráulica provincial. Ese plan comprendió la construcción de cinco conductos: 12 de Octubre-Corrientes, Mitre-Soler, Vieytes-Brown, Terrada-Thompson y Sixto Laspiur-Chile. Todos llevan el agua de lluvia al Napostá. 

Años después, la provincia licitó los desagües del sector suroeste, área conflictiva para el escurrimiento debido a su escasa pendiente, los cuales fueron conectados al canal Maldonado. También la comuna construyó desagües para la evacuación del agua en distintos barrios.

A finales de los ochenta se comenzó la construcción en la zona noreste, un subsistema de 580 hectáreas conocido como Cuenca Alta.

Este sector contaba ya con una gran densidad poblacional y más pavimentación, lo cual contribuía al aumento de la escorrentía hacia zonas más bajas con menos tiempo de concentración. 

Años más tarde se agregó el conducto que colecta las aguas hacia la calle Washington, desembocando en el Napostá. Hacia el este también se realizaron desagües debido a los anegamientos de los barrios que recibían el drenaje de las zonas más altas.

En 1998 se ejecutaron los pluviales de la “Cuenca Zelarrayán”. 

En el tiempo se ha realizado el tendido de desagües aislados, para dar respuesta a la problemática generada por la lluvia en diferentes sectores. 

Una desventaja de la construcción de los desagües en áreas consolidadas es que la nivelación de las calles pavimentadas no se ha realizado en función de la captación del conducto.

Por otra parte, la pavimentación genera una aceleración en la acumulación de agua haciendo que los desagües pierdan efectividad. 

La expansión urbana en los últimos años impone además la necesidad de ampliar la red de pluviales. A esa insuficiencia se suma la complicación que generan las conexiones clandestinas de cloacales y el deterioro y la falta de mantenimiento de los conductos producto de la acumulación del material que transportan.