Reductores de velocidad: ¿solución o problema en Bahía?
El municipio comenzó la eliminación de casi 30 lomos de burro. En algunos sitios, en su reemplazo, se colocarán semáforos como medida preventiva.



Recibido en 1993, acumula 28 años de trayectoria en el periodismo local. Ex jefe de la sección Deportes y La Ciudad y actual secretario de Redacción de La Nueva. Ex profesor de los dos institutos de Periodismo de la ciudad. Especialista en temas deportivos, sociales y gremiales.
A medida que los fueron construyendo, con mayor intensidad en la gestión de Héctor Gay al frente del municipio, los reductores de velocidad (o comúnmente llamados lomos de burro) no pasaron desapercibidos y generaron varias polémicas en nuestra ciudad.
Así como algunos vecinos los defendían, basándose en que lograban aminorar el ritmo del tránsito en sus cuadras, otros los criticaban por entorpecer el tráfico y hasta por causar daños en los automóviles.
Los primeros mantienen su opinión. De hecho, en el municipio tienen más de 400 pedidos de este tipo de lomadas en diferentes barrios bahienses.
Paralelamente, en una encuesta realizada por La Nueva. reveló que 7 de cada 10 bahienses está a favor de eliminar los lomos de burro en las calles de la ciudad.
Con casi 3500 votos en Instagram, el 47 % de los participantes consideró que estas estructuras representan un problema para la circulación. Un 24 % también se mostró a favor de retirarlos, aunque reclamó mayores controles de tránsito como medida compensatoria. El 29 % restante se expresó en contra de su eliminación, argumentando que ayudan a prevenir accidentes
Muchos especialistas plantean que son una mala solución e incluso peligrosa.
Por ello, la semana pasada, la comuna comenzó con el retiro de algunos de estos reductores y planean quitar 25 en un corto plazo.


En algunos sitios, en su reemplazo, se colocarán semáforos como medida preventiva de tránsito. Otros no se eliminarán sino que algunas mesetas y serruchos se transformarán en otro tipo de pendientes, en las zonas principales de circulación.
“Que los vecinos no crean que esto será un retiro sin criterio. En aquellos lugares donde existe una justificación, se van a transformar”, explicó Fabián Lliteras, subsecretario de Transporte y Movilidad Urbana.
Este trabajo se enmarca en el Programa Integral de Seguridad Vial, cuyas acciones forman parte de una estrategia de reordenamiento del espacio público, el objetivo final es mejorar la seguridad vial, la circulación vehicular y la accesibilidad en los barrios, priorizando la eficiencia del tránsito y el cumplimiento de normas establecidas.
“Se busca mejorar la seguridad no sólo para el vehículo sino para ciclistas y peatones, y que en cada caso se irán definiendo dispositivos para que el tránsito sea ágil y seguro”, amplió Martin De Charras, integrante de la Agencia Municipal de Seguridad Vial.
A modo de ejemplo, mencionó el caso de calle Parera, donde los reductores serán modificados para conservar su función de disminuir la velocidad.
“En algunos sectores pretendemos que la velocidad baje a 20 kilómetros, en otros, como en las cercanías de colegios y jardines, que se reduzca a cero, por lo que se mantendrán todos esos elementos”, indicó.
Entre los casos que ya no justifican la presencia de estos obstáculos, se mencionaron las zonas que dejaron de ser doble mano, pasos sobre vías donde ya existe una barrera activa y sectores semaforizados de forma permanente.
“Por ejemplo el ubicado en Avenida Buenos Aires y Terrada, se creó en la época que esta arteria era doble mano y actualmente su existencia genera molestias en el conductor. Además los denominados serruchos se transformarán en lomadas a fin de generar una disminución de la velocidad, con buena señalización, y mantener aquellos donde la velocidad tiene que llegar a cero, como en zonas de escuelas”.
Lliteras también manifestó la necesidad de rediseñar los actuales “serruchos”, con el objetivo de hacerlos menos agresivos para vehículos sin perder efectividad.
“La pretensión es hacerlo un poco más largo y el acompañamiento del vehículo genere que haya que bajar la velocidad, pero en un ambiente menos dañino para el rodado”, explicó.
Los lomos de burro son una presencia común en todo el país y más aún en las calles de Bahía Blanca.
Ya sean de hormigón, asfalto o plástico, su misión es clara: obligar a los vehículos a reducir la velocidad y, así, prevenir accidentes.
No obstante, su diseño debe ser preciso para que cumplan su función sin comprometer la integridad de los autos ni la seguridad de los conductores.
A favor y en contra
Uno de los opositores más firmes a estos reductores de velocidad es Horacio Varela, excandidato a intendente por Integración Ciudadana y actual miembro del equipo de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) que trabajó en un informe global sobre el tránsito en nuestra ciudad, a pedido del Municipio.
“Son especialmente peligrosos para servicios de emergencia como bomberos, policías, defensa civil y ambulancias, quienes necesitan que las calles no tengan obstáculos porque deben andar rápido”.
De esta manera, advirtió que existen alternativas de infraestructura como rotondas o derivaciones "bien diseñadas" que pueden funcionar como reductores de velocidad. También hay estrategias de circulación y estacionamiento que funcionan como "calmadores de tráfico".
Cabe destacar que el artículo 23 de la Ley Nacional de Tránsito prohíbe expresamente estos reductores. Además, según especialistas, su diseño no está regulado, lo que resulta en una variedad inconsistente de topes, desde suaves y planos hasta altos y estrechos, con rugosidades imprevistas.
“El lomo de burro es una solución barata para reducir la velocidad, pero es peligroso y poco eficiente. Se utiliza principalmente por razones económicas. Las obras viales son costosas pero esenciales y tanto los intendentes como los funcionarios deben entender esta necesidad", sostuvo.
Además, hizo un llamado a la responsabilidad de los conductores: "La mejor forma de reducir la velocidad es levantar el pie del acelerador. La gente también tiene que hacer su parte".
Con otra perspectiva, el presidente de Luchemos por la Vida, Alberto Silveira, dijo que los lomos de burro “son herramientas eficaces para reducir la velocidad, que es la primera causa de muerte de los peatones, que son los más vulnerables en el tránsito”.
No obstante remarcó que “tiene que estar bien hechos, señalizados con anticipación y debidamente iluminados”. “Por eso apoyamos su uso en zonas de mucho paso de peatones, en proximidad de escuelas y lugares donde en la práctica hay exceso de velocidad y sean necesarios para asegurar que no se superen los límites”.