Bahía Blanca | Sabado, 28 de junio

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Sonia Toro, la bahiense a la que hace 20 años se la tragó la tierra

Vivía en el sur cuando el 17 de mayo de 2005, tras dejar a sus hijas en la escuela, desapareció sin dejar rastros. Luego quemaron su auto y el tráiler donde vivía. "Quiero que no la olviden", dijo una hermana.

Juan Toro, junto a la foto de su hija y los recortes de diarios de la época. "Siempre voy a tener la esperanza de saber qué pasó", dijo. Fotos: Rodrigo García y archivo La Nueva.
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Audionota: Mariano Muñoz

Juan Toro tiene 85 años y desde hace cinco lucha con una de esas enfermedades que a muchos les hacen bajar los brazos. Pero él sigue batallando porque su vida está llamativamente flagelada por la tragedia. 

Perdió a tres de sus 10 hijos por hechos aislados, tan imprevistos como dolorosos, y todavía "busca" a Sonia Esther, de la que nada sabe desde 2005, cuando ella tenía 35 años y vivía en Comodoro Rivadavia, adonde había llegado una década antes con su entonces marido, a partir de una buena propuesta laboral que había recibido el hombre para trabajar en la industria petrolera.

Ella era muy emprendedora. Vendía cosméticos de la firma Mary Kay y era repartidora en una panificadora. 

La mañana del 17 de mayo de aquel año, Sonia, como era habitual, llevó a sus dos hijas de 8 y 13 años a la escuela y luego tenía pensado pasar por una panadería para retirar la torta del cumpleaños de la más chica, que iba a festejar ese día, pero nunca llegó. Ahí fue cuando se la tragó la tierra.

En el horario de salida del colegio, y como su madre no arribaba, la más grande de las niñas se comunicó por teléfono. Alguien atendió y cortó.

El Galaxy de Sonia apareció quemado horas después de su desaparición.

Ese celular se encontró dentro del Ford Galaxy de Sonia, que apareció totalmente quemado en una cantera, sobre las 13.

A primera hora de la mañana siguiente, y cuando debía contar con custodia policial, el tráiler en el cual vivían ella y sus hijas, luego de la separación, también fue prendido fuego. 

El tráiler donde vivía Sonia también fue quemado en la madrugada siguiente, pese a que supuestamente debía estar custodiado.

Las sospechas que apuntaron a su exmarido y a una pareja ocasional, vecina de Sonia, no pasaron de ahí. Ambos dijeron ser inocentes y nunca hubo pruebas en esa dirección. Ni en ningún sentido.

La familia de la mujer, toda afincada en Bahía, recién se enteró de la desaparición dos días después, porque la Policía no quería iniciar un sumario.

Se actuó tarde, con negligencia, se perdieron pruebas y ninguna línea de investigación avanzó. La causa se archivó hace varios años, casi como estaba en 2005.

Como verdadero cultor de una palabra que hoy está de moda: resiliencia, Toro aseguró que no pierde esperanzas de saber qué pasó. 

"No puede desaparecer así porque sí. A mi me queda poco, pero siempre voy a tener la esperanza de saber qué pasó, porque es un hijo", dijo Juan a La Nueva.

También confirmó que en la investigación "se hizo todo mal".

"Nunca pensé que a 20 años no iba a tener novedad sobre el paradero de mi hija. Ellos solos (por la Policía chubutense) saben si hubo negligencia o algo más", sostuvo el padre. 

"Hay casos parecidos"

Marina, hermana mayor de Sonia, agradeció el llamado del diario. 

"Me encanta que se hayan comunicado, quiero que no la olviden, porque es uno de nuestros desaparecidos y ojalá que en algún momento se pueda llegar a algo, aunque estamos igual que en 2005", dijo.

Con ayuda de Silvia Braun -madre de Horacio, quien fue víctima de un recordado doble homicidio con su novia María Victoria Chiaradía- Juan

Toro logró que algunos días después de la desaparición viajara Policía Científica de Bahía Blanca, aunque las pruebas que recolectó -increíblemente- "desaparecieron" como Sonia.

"Habían encontrado botones, pelos y algunas poquitas cosas que se rescataron de adentro del auto de mi hermana, pero la fiscalía en Comodoro perdió todo el material. Cuando pedimos que se volviera a peritar, nos dijeron que ya no estaba", sostuvo Marina.

Su padre también recordó que los peritos bahienses habían secuestrado diarios, con los cuales provocaron los incendios,  porque, "según la Científica, en los diarios, aún quemados, quedan las huellas dactilares, pero tampoco se avanzó".

Marina no tiene claro si para esa época la fuerza de seguridad chubutense carecía de preparación o directamente ocultaba algo.

"No les daba importancia a estos temas, porque así como está desaparecida mi hermana, hay más de 20 casos parecidos, mujeres particularmente, y nunca hubo indicios de nada. Por ejemplo, la cajera del supermercado La Anónima (Mónica Acuña, de quien nada se sabe desde 1998), que fue uno de los más renombrados. Fue un tiempo de muchas desapariciones y no puede ser que ningún caso se haya resuelto. Misterios sin resolver diría yo", afirmó.

En un pozo que estaba tapado con ramas, en los fondos de la casa de Augusto Nowaseski, la última pareja de Sonia, se encontró un bidón de nafta, combustible utilizado para incinerar el vehículo y la casilla.

"Lo llamaron a declarar una sola vez y nunca más lo citaron. Nos decían que no había pruebas en su contra, pero ese bidón estaba oculto. Nunca se imputó a nadie, más allá de las sospechas", agregó.

"Para mi no fue trata"

Las horas trajeron variadas versiones. 

Que la habían arrojado a un profundo pozo petrolero (su familia recorrió piletones y hasta un cementerio en la cercana localidad de Astra) o que pudo ser víctima de una red de trata (se siguió de manera infructuosa un mensaje encontrado en el baño de una estación de servicio de Córdoba, que llevaba a una pista en La Rioja).

"Para mi lo de mi hermana no fue trata, lo de ella está todo enterrado en Comodoro", estimó.

También se descartaron aquellas llamadas de las personas que decían haberla visto. Por ejemplo en Sierra Grande, adonde Juan Toro viajó sin dudarlo para confirmar que era otra mujer o en España, donde se chequeó el paradero de una persona que, finalmente, era homónima y de nacionalidad cubana.

La familia Toro mantiene vivo el recuerdo de Sonia. 

"Casi todos los días hablamos de ella y cuando vienen sus hijas preguntan sobre lo que hacía", explicó Marina.

La hija más chica de la mujer desaparecida vive con su padre en la localidad de Oriente, mientras que la más grande, que ya supera los 33 años, se afincó en Brasil.

Sonia en el recuerdo, junto a uno de sus hermanos.

"¿Cómo recuerdo a Sonia? siempre fue una mina con mucha pila, laburante, yendo y viniendo, siempre muy alegre y si tenía algún problema nunca lo manifestaba, no le pasaba los problemas a otros. Yo no guardo ninguna esperanza porque, conociendo a mi hermana, y suponiendo que se haya ido porque se había separado o quería estar sola o estaba depresiva, sé que hubiera vuelto a buscar a sus hijas, porque no las dejaba ni a sol ni a sombra. 

"Mi hermana iba al baño y tenía a las nenas en la puerta. Había comprado una camioneta Rastrojero vieja, que adaptó para el reparto, y atrás le puso como una camita para que las nenas estuvieran siempre con ella", recordó Marina.

La página de Facebook "Buscamos a Sonia Toro" sigue vigente. 

"Nosotros tenemos las puertas abiertas para quien quiera contarnos algo, aún hoy. Algún testimonio o dato, aunque sea de manera anónima. Seguimos esperando saber qué pasó", cerró Marina.

Mazazos de la vida

El primero. En 1969, Bruno José, el primer hijo de Juan Toro, falleció al nacer, cuando cayó al piso en medio de un traslado dentro del exhospital Policlínico. 

Más pérdidas. En 1987, su hijo Marcos, de 2 años, se ahogó en la pileta de lona de su casa en Villa Libre. En mayo de 2000, otro descendiente suyo, Luis, tenía 27 años cuando, como policía, fue abatido en una persecución, por un disparo accidental de un colega.

Herido grave. En abril de 2006, con 27 años, Juan José Toro fue víctima de un choque en Matheu y Balboa. Estuvo varios días en Terapia, por una fractura en el cráneo, pero zafó.

Incendio. En 2023, Marina Toro y su familia quedaron en la calle porque un incendio provocó pérdidas totales en su casa de Grünbein.