Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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Día de la dignidad arrebatada

En los años que llevo realizando procesos de Orientación Vocacional Ocupacional, siempre surge un momento de quiebre entre los asistentes. Adolescentes y jóvenes vienen buscando una brújula, algunos con expectativas y sueños que desbordan el consultorio y otros con una indiferencia y carencia de proyectos, y están ahí, más o menos dispuestos.

Amante de la etimología de las palabras y teniendo como estandarte el ser por encima del hacer, los desafíos a que busquen el origen de la palabra “trabajo-trabajar” y, sesión tras sesión, descubren y redescubro el significado y el sentido. Confieso que es impagable ver esos rostros cuando leen el significado en “el Corominas” (diccionario etimológico); trabajar proviene del latín tripali?re que significa torturar, deriva también de tripalium: instrumento de tortura compuesto de tres palos.

Como por arte de magia, el camino de encontrar sentido a la propia existencia y de qué lugar quieren ocupar estos chicos en el mundo se abre paso; de la oferta de carreras existentes y de cuáles son los más rentados irrumpen y bucean hacia el interior de cada uno; qué estudiar pasa a un segundo plano pues prevalece quién y cómo quiero ser.

La consigna siguiente es sencilla: menciono que hay un aviso clasificado en que solicitan personas para desarrollar “tareas”, a esta altura del proceso de orientación ya no se menciona la palabra trabajo; se requiere creatividad, responsabilidad, perseverancia y talento, y que solo recibirá un pago casi millonario bajo dos condiciones: “disfrutar de lo que hagan y transforme el mundo”.

De esta manera, los encuentros siguientes se desarrollan en descubrir aptitudes, capacidades, miedos, algún test, posibilidades económicas de la familia para emprender la nueva etapa y otras cuestiones. La gran mayoría culmina llevando muchas definiciones pero grabado a fuego que “trabajo” y dignidad son indisolubles y que cuando se realiza lo que en verdad apasiona la tarea deviene en goce y no en tortura.

Hoy pienso en esos jóvenes que pasan por la consulta y pienso en ustedes, en mucamas y gerentes, en barrenderos y choferes, en enfermeros y médicas, en operarios y docentes, en quienes pudieron elegir y enaltecer sus talentos y para quienes no hubo opción, en quienes tienen posibilidad de lanzarse a nuevos retos y en los que la única chance es permanecer en punto muerto, en una marcha casi inerte.

Y pienso en políticos y dirigentes, en todos, en los que estuvieron y están, y también pienso en los “ñoquis” y en los cómplices, y también en los que se arman de coraje, no negocian y dan un paso al costado.

Y pienso que no habrá sociedades justas mientras las condiciones laborales sean precarias, cuando lo producido sea más importante que las manos que lo producen, y lejos de enaltecer y reconocer habrá degradación, desprecio y desvalorización cuando la respuesta sea “hacelo gratis”.

De haber existido en la Antigua Roma, el 1 de mayo por su etimología se denominaría el día “del que sufre”; y también pienso en ellos, en los que sufren hoy, y es también su día; hoy es el día en el que la realidad abofetea despiadadamente a quien con vergüenza y humillación no pueden poner un plato de comida en la mesa y hace meses dejaron de pagar sus cuentas.

Cada vez es mayor la cantidad de jóvenes que vienen a hacer el valiente proceso de Orientación Vocacional Ocupacional, tal vez sea momento de que algunos con la misma valentía revisen y vean cómo devolver la dignidad arrebatada.