Bahía Blanca | Sabado, 18 de mayo

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Una historia de amor y fe: encontró a su hermano después de 14 años de búsqueda

Una publicación de Missing Children fue la llave que le permitió a Yamila Segovia, radicada desde pequeña en Puan, encontrar a Adrián. Su tenacidad le devolvió la verdadera identidad.

“La fe no hace que las cosas sean fáciles, hace que sean posibles...”

Yamila Segovia sabía que tenía un hermano por parte de su padre, pero los recuerdos eran muy vagos y en su niñez le había perdido el rastro.

A los 9 años, ella dejó la localidad bonaerense de San Francisco Solano y llegó junto a su madre a Puan para intentar cambiar un contexto vulnerable y abrirse camino en la vida.

Lo pudo hacer, tuvo la posibilidad de estudiar (finalizó el profesorado de nivel inicial y le resta una materia para obtener el título de abogada) y de formar su propia familia, pero nunca se olvidó de Adrián.

Ese era un capítulo que permanecía incompleto hasta hace poco más de una semana, cuando los esfuerzos para intentar encontrarlo dieron sus frutos gracias al hallazgo en Internet de una publicación de Missing Children.

“Mi padre formaba parejas y estaba todo bien hasta que la mujer quedaba embarazada, entonces se desentendía de ese hijo que venía. Somos cuatro medio hermanos que estamos en la misma condición, tres mujeres y Adrián. Tengo 28, soy la mayor, y él es un año menor”, describe Yamila.

Pese a que no generó vínculos con su padre (ya fallecido), aclara que “la familia de él (sus tías y abuelos) estuvo presente en nuestras vidas”.

“Cuando empecé a crecer no sabía nada de mi hermano y empecé a preguntar. Había distintas versiones sobre lo que había pasado y dónde estaba, pero no tenía certezas. Iba creciendo y todo eso cada vez me generaba más dudas”.

Explica que tomó conocimiento de que a los 9 meses Adrián sufrió un golpe que le provocó consecuencias (retraso madurativo y discapacidad motora) y que por esa razón su padre se habría alejado.

“Ya estando en Puan y siendo grande, sabía que me faltaba la campana del lado de la familia materna de Adrián. Llegué a preguntarle a las exparejas de mi padre si les había hablado alguna vez de él y no pude armar el rompecabezas”.

“Era algo que lo tenía en el corazón y no me dejaba tranquila. Hice el profesorado en nivel inicial y cuando empiezo a tener contacto con los chicos era como que veía en ellos reflejado a mi hermano y pensaba que podía estar desamparado”, agrega.

Incluso, afirma que tomó la determinación de comenzar a estudiar abogacía para tener más herramientas al momento de llevar adelante la búsqueda.

Contra viento y marea

Junto a su hermana Camila, quien reside en Buenos Aires y fue un apoyo incondicional en esta difícil empresa, decidieron centrar los esfuerzos en hallar a la madre de Adrián, de quien solo conocían el nombre de pila.

“Este año mi hermana encontró el apellido. Tomé la decisión de agregar en las redes a toda la gente que lo tuviera y mandarles un mensaje diciendo que necesitaba hablar. Una sobrina de la mujer me contestó y de esa manera pude llegar a charlar con ella luego de insistir mucho”.

Yamila afirma que en todo momento se aferró a la fe y eso le brindó la posibilidad de seguir adelante y no claudicar.

Lograron saber que tras el golpe sufrido su hermano estuvo dos meses internado y que vivían de una manera muy precaria.

“Su nueva pareja no lo quería, mi papá no se hacía cargo y ella (por la madre) no podía sostener la situación. Incluso mi padre lo tuvo un tiempo y un día fue y lo dejó en una comisaría de Lomas de Zamora diciendo que no sabía quién era”.

En 2009 una abuela materna llevó al chico a vivir a la provincia de Chaco, aunque un año después la mujer sufrió un ACV y el pequeño quedó nuevamente a la deriva.

“La madre le pide ayuda a unas monjas y viaja a buscarlo a él y sus dos hermanos. Como no podía hacerse cargo de la crianza los reparte en su familia, mientras que a Adrián, que necesitaba cuidados especiales, lo lleva con las religiosas en Lomas de Zamora”.

Allí pierden el rastro de su hermano, quien por entonces tenía apenas 13 años.

Menciona que familiares de la madre del chico se acercaron en varias oportunidades para dialogar con las religiosas y obtener información, pero que nunca recibieron respuestas certeras.

El milagro

“Un día estaba en la iglesia orando por Adrián, para que esté bien, y por su madre, para que Dios le toque el corazón y me de la información que necesitaba para hallarlo. A los minutos me llegó un mensaje de esta mujer pidiendo que la llamara porque tenía buenas noticias”.

En ese momento tomó conocimiento de que una religiosa que podía brindarles información estaba viva. Era la pieza clave para saber dónde estaba su hermano.

Lograron contactarla y tras varias visitas y comunicaciones obtuvieron la copia de un acta médica realizada hace 14 años por una doctora del Hospital Gandulfo (Lomas de Zamora) que había atendido al chico, aunque allí figuraba con un nombre distinto.

“La gente al tomar conocimiento de todo esto puede pensar muchas cosas, pero ella (por la madre de Adrián) hizo lo que pudo, con lo que tuvo y como pudo. Cuando la contactamos nos ayudó y colaboró en todo para poder encontrarlo”, asegura Yamila.

En ese momento ingresa en la historia otro de los pilares que tuvo la joven, su amiga Victoria, oriunda de Pigüé.

“Ella maneja mucho las redes, entonces empieza a publicar la historia y comenzamos a recibir datos, algunos que fueron de utilidad. Buscó en la web con el nombre que aparecía en el acta del hospital y halló una publicación que en 2013 había realizado un medio de Lomas de Zamora donde Missing Children pedía ayuda para encontrar a familiares de mi hermano”.

De inmediato dejó mensajes en las redes de la ONG y poco después recibió el llamado de la bahiense Ana Rosa Llobet, presidenta de la entidad.

“Me dijo que no podía creer lo que estaba pasando después de tantos años. Me indicaron que estaba en un hogar ubicado en el partido de San Martín y me hicieron los contactos para poder visitarlo. El viernes de la semana pasada me tomé un colectivo y fui a verlo”.

Yamila describe ese momento mágico y que tanto había esperado.

“La reacción al verme fue increíble. Cuando vio a las tías maternas fue emocionante, porque empezó a saltar de alegría. Fue hermoso ver eso. Al rato llegó la madre, quien luego de pensarlo se decidió a concurrir, y él, pese a todo lo que pasó, comenzó a gritar de alegría y a decir ´mamá´. Era como si le estaba diciendo que la había extrañado mucho”.

Asegura también que Adrián dejará el hogar para estar con sus seres queridos.

“No se va a quedar con ella (por la madre), veremos con quién de la familia estará de acá en adelante”.

“Yo seguramente voy a levantar la mano, pero ahí no se va a quedar”, dice con fe, la misma que hizo posible que por fin pudiera encontrar a su hermano.

“Es emocionante y muy movilizador”

Sensaciones. “Todo lo que ha ocurrido es emocionante y muy movilizador, porque hay muchos padres y familiares que esperan hace mucho encontrar a chicos y chicas. Es un claro ejemplo de que no hay que bajar los brazos. También es la prueba de que a pesar de que pase el tiempo siempre es posible reencontrarse”, indica Ana Rosa Llobet, presidenta de Missing Children.

Impulso. La bahiense sostiene que “todo esto produce la sensación de que la esperanza no se pierde nunca y que se debe seguir trabajando para encontrar a los seres queridos que están perdidos. Los 18 voluntarios que trabajamos en la ONG sentimos que hay un estimulo extra para seguir adelante y que se produzcan estos milagros”.