Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

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La noche en que Liniers atravesó el Muro de Berlín

El equipo bahiense jugó en febrero de 1981 un amistoso contra la selección de Alemania Oriental, que se preparaba para las Eliminatorias del Mundial de España. Crónica de una visita olvidada, pero que estuvo cerca de quedar en la historia del fútbol local.

Dos temas captaban toda la atención mediática de los argentinos en los primeros días de febrero de 1981.

Uno era irremediable: la devalución del 10% del peso decretada por José Martínez de Hoz, en el cierre de su sombría gestión como ministro de Economía de la dictadura.

El otro parecía directamente inevitable: los entretelones por el préstamo de Diego Maradona, de Argentinos Juniors a Boca, por un monto cercano a los 10 millones de dólares.

Pese a la centralidad que ocupaban ambas noticias en las marquesinas, un breve artículo en la sección deportiva de La Nueva Provincia del domingo 8 logró despertar el interés de los bahienses: se trataba del anuncio sobre la inminente llegada a la ciudad de una selección de fútbol europea para disputar un amistoso contra Liniers, como parte de su gira por la Argentina.

Aunque el título de la nota se refería a “los alemanes” en forma genérica, el primer párrafo del texto aclaraba rápidamente que se trataba del equipo de la República Democrática Alemana (RDA), más conocida como Alemania Oriental, un estado creado en 1949 en la parte del territorio germano que había quedado bajo ocupación soviética tras el final de la Segunda Guerra.

El plantel de la RDA en 1981

No se sabía demasiado del nivel de juego de los visitantes, que se preparaban para disputar a partir de abril las Eliminatorias para el Mundial de España '82, pero sí estaba claro que los acompañaba una reputación de equipo difícil, con gran despliegue físico y un respeto absoluto por el orden táctico, como la mayoría de los seleccionados de Europa del Este.

Las estadísticas recientes confirmaban esas presunciones: en menos de diez días desde su llegada al país, ya habían jugado cuatro partidos, con un balance de tres victorias y un empate (4-1 al Deportivo Morón, 1-1 contra Vélez, 2-1 a Racing y 6-0 frente a Gimnasia).

Encabezados por su histórico entrenador Georg Buschner -un exfutbolista de 55 años, señalado una década más tarde como agente informal de la Stasi, el servicio de inteligencia de la RDA- los alemanes orientales buscaban recuperar el protagonismo que habían conseguido entre 1974 y 1976, cuando lograron no sólo su primera participación mundialista sino que también ganaron la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Montreal.

“Caracterizada por una férrea estructura defensiva, con un eficiente golero, Croy, un inexpugnable stopper, Durner, y la solvencia del líbero Weise, el conjunto funda sus posibilidades en las subidas del volante Hafner y en la velocidad de sus extremos Trocha, Hoffman o Streich”, describía el diario, intentando anticipar con qué estilo de equipo se encontrarían los espectadores.

Con ese halo enigmático, la delegación llegó a Bahía en la tarde del domingo 8, luego de casi diez horas de viaje en micro, y fue alojada en el Gran Hotel del Sur, sobre la primera cuadra de la avenida Colón.

Una formación de Liniers en el Torneo '81

A esa misma hora, y a poco más de un kilómetro de distancia, Liniers se entrenaba para el primer partido internacional de su historia, al que se presentaría con algunos refuerzos, como parte de las licencias reglamentarias que suelen ofrecer los amistosos.

El plantel comandado por Rodolfo Carapela había sumado por unos días a dos reconocidos jugadores de la Liga del Sur, el lateral derecho Luis Feijóo (Rosario Puerto Belgrano) y el goleador Luis Alberto Pékel (Pacífico), quienes ya practicaban junto a un plantel en el que se destacaban Oscar Candia, Félix Quiroga, Raúl Baranovsky y Miguel Bigolín, entre otros.

Pero, además, se esperaba con ansiedad el resultado de las negociaciones para la llegada de algunos invitados especiales, provenientes del fútbol profesional de la AFA.

En medio de versiones superpuestas, sonaban los nombres de los defensores Héctor Ártico (ex Talleres y River) y Rubén Suñé (ex Boca), el mediocampista Carlos Veglio (ex Boca y San Lorenzo) y el delantero César Brítez (ex Colón e Independiente) como posibles incorporaciones para el amistoso.

Ajeno a esas especulaciones, Buschner activó rápidamente su plan de trabajo en el hotel: dispuso una noche de descanso para sus jugadores, con la intención de dirigirse por la mañana al estadio de su rival para un entrenamiento liviano, pocas horas antes del encuentro.

La delegación alemana, en Bahía

 

El partido

“Merced a Liniers, nuestra ciudad y su zona de influencia serán testigos de un encuentro internacional, con la jerarquizada visita de la Selección de Alemania Oriental que, desde las 21.30 en el estadio 'Doctor Alejandro Pérez', será examinada por la escuadra albinegra, en esta ocasión, con importantes refuerzos locales y de conocidas figuras del futbol profesional”, anunciaba el suplemento Todo Deportes del lunes 9.

Con las presencias confirmadas de Ártico y Brítez en Bahía, Carapela escribió en una planilla quiénes serían los titulares esa misma noche: Candia en el arco; Feijóo, Carlos Enrique González, Félix Quiroga y Adrián Rodríguez como defensores; Rubén Rivas, Ártico y Bigolín en el mediocampo; y José Humberto Verón, Emilio Villar y Brítez en la línea delantera.

Buschner también definió la formación, que incluiría nada menos que a seis campeones olímpicos en la formación inicial: el arquero Jürgen Croy; los defensores Konrad Weisse y Hans-Jürgen Dörner, el volante Reinhard Häfner, y los atacantes Hans-Jürgen Riediger y Martin Hoffmann.

Ante una multitud que los recibió con una mezcla de aplausos y silbidos, los visitantes salieron finalmente al estadio de Avenida Alem con Croy; Weisse, Dörner, Thomas Dennstedt y Rainer Troppa; Häfner, Rüdiger Schnuphase y Wolfgang Steinbach; Riediger, Joachim Streich y Hoffmann.

De la crónica del partido se desprende que el juego comenzó con una dinámica previsible: Alemania Oriental lanzado al ataque y Liniers replegado para esperar una oportunidad de contragolpe.

Georg Buschner

"El equipo albinegro giró en torno a la experiencia del cordobés Héctor Ártico, que fue marcando el ritmo con la pelota en su control. Lo complementaron Bigolín y Rivas más el retroceso de Villar, todos concentrados en mantener el esférico, cuidarlo e interrumpir de esa forma la tónica veloz, sin pausas, que imprimieron los alemanes", señala la cobertura.

"Con la pelota generalmente en poder del adversario, el once local achicó espacios levantando un muro cerca de Candia, que los alemanes lograron perforar a través de remates de media distancia", agrega.

Pese a los esfuerzos locales por contener el avance de los europeos, a los 17 minutos el puntero Riediger, del BFC Dynamo, logró escaparse de la marca de Rodríguez y envió un centro bajo desde la izquierda. 

La pelota recorrió todo el área chica hasta que Streich -el máximo goleador histórico de la selección de la RDA, con 55 conquistas en 102 partidos- logró empujarla, casi cayéndose, para descolocar a Candia y marcar el 1-0.

Tras los festejos por el gol conseguido, el equipo europeo "declinó en su ofensiva", haciendo circular la pelota de un lado a otro, invitando a su rival a que saliera a disputarla en la mitad de cancha.

El gol de Streich, a los 17 del primer tiempo

"Se animó más Liniers en la parte final y esa situación motivó a que el espectáculo ganara en emotividad", asegura la crónica al analizar el segundo tiempo.

Empujado por González desde el fondo, y con Ártico marcando los tiempos, el equipo bahiense comenzó a imponer su juego más técnico y elaborado por sobre la dinámica acelerada de los jugadores de la RDA.

"Fue más frecuente el tiempo en que Liniers dispuso del balón (...) y eso terminó de impacientar a los alemanes (...) Croy atravesó algunas situaciones problemáticas", se explica.

Ya en la parte final del amistoso, y pese a la inclusión del centrodelantero Luis Pékel para mejorar las posibilidades del equipo de Carapela, "el trámite entró en el terreno que los alemanes pretendieron: demasiada fuerza, pocas ideas y repetidas fricciones", hasta asegurarse el 1-0 final.

"Concepciones futbolísticas opuestas", resume el periodista, dejando entrever que Liniers mereció alcanzar el empate.

Rodolfo Carapela

 

Epílogo

Luego del partido, los rivales de aquella noche de febrero de 1981 siguieron con sus respectivas agendas.

Liniers disputó otro amistoso internacional en su estadio -esa vez contra el Ferencváros de Hungría, que finalizó con un contundente 4-0 en contra- y pocas semanas después comenzó su participación en el Torneo Preparación de la Liga del Sur, en el que quedaría tercero en la tabla de posiciones, detrás de Villa Mitre y Olimpo.

La Selección de la RDA, por su parte, cerró la gira argentina tres días más tarde, con una derrota 1-0 ante Rosario Central, y regresó a su país para completar la etapa de preparación antes de las Eliminatorias.

La RDA quedó fuera del Mundial ante Polonia

El equipo de Buschner, que integró el Grupo 7, quedó afuera del Mundial tras caer inesperadamente 3-2 contra Polonia en Leipzig, en el partido decisivo para conseguir el pasaje a España.

“Fue el momento más amargo de mi vida”, confesaría luego el seleccionador, que debió renunciar ese mismo año, tras más de una década en el cargo.

Nueve años más tarde, en septiembre de 1990, los alemanes orientales disputaron en Bruselas el último partido de su historia futbolística, antes de reunificarse con la Federación de Fútbol de Alemania Occidental. 

Esa misma semana, Liniers derrotó 3-2 a Sporting de Punta Alta por el torneo local.