Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

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La Iglesia publicó un duro documento sobre la situación económica y social

La Conferencia Episcopal Argentina advirtió sobre "una creciente vulnerabilidad de las personas".

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea.

La Iglesia trazó un severo diagnóstico de la situación social, advirtió que “millones de niños y niñas se debaten entre la miseria y la marginación” y que a “muchos abuelos y abuelas se les presenta el drama elegir entre comer y comprar los remedios porque la jubilación no alcanza”, a la vez que denunció el cierre de comedores comunitarios y la “discontinuidad de políticas de integración de barrios populares”.

El pronunciamiento de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) está contenido en un “mensaje al pueblo de Dios” titulado “En tiempos difíciles, amar a los demás y alegrar sus vidas”, difundido al término de cinco días de deliberaciones del centenar de obispos de todo el país en la casa de ejercicios espirituales “El Cenáculo”, de Pilar, donde analizaron la situación social del país y la problemática del narcotráfico, además de cuestiones religiosas.

Los obispos también lamentan la situación de “hermanos que pierden su trabajo, que sienten que su vida está de sobra”, de de “una sociedad que parece vivir en el permanente enfrentamiento, donde priman el individualismo y una libertad sin amor” y, como lo vienen haciendo hace tiempo, advierten que “avanza la pandemia silenciosa del narcotráfico”.

La declaración comienza diciendo que “desde hace décadas vivimos tiempos difíciles en nuestra querida Argentina. Hay muchas situaciones que atentan contra la dignidad infinita de la persona humana, como, por ejemplo: avanza la pandemia silenciosa del narcotráfico, que utiliza a los pobres como material de descarte, que promueve el sicariato, que seduce con dinero manchado de sangre a miembros del ámbito político, de la justicia y del mundo empresarial”.

Añade que “a muchos abuelos y abuelas se les presenta el drama de elegir entre comer o comprar los medicamentos porque la jubilación no alcanza; cierran comedores comunitarios por falta de asistencia y muchos vecinos se quedan sin la posibilidad de esa comida en el día; se ataca la vida inocente que no ha nacido, y, a la vez, la igualmente sagrada vida de millones de niños y niñas ya nacidos que se debaten entre la miseria y la marginación”.

“Asistimos a la discontinuidad de políticas públicas de integración de barrios populares, logradas con el consenso de gobiernos de distintos signos políticos y representantes legislativos; también familias despojadas de su tierra natal en beneficio de intereses económicos; hermanos que pierden su trabajo, que sienten que su vida está de sobra, y que no pueden poner el hombro en la construcción de la Patria”, señala.

Considera, citando a San Alberto Hurtado, que “también es hora de alegrar las vidas de tantos hermanos que la están pasando muy mal”. Por eso, sostiene que “en el actual contexto económico y social argentino es fundamental sostenernos en esa alegría, una alegría profunda y duradera, la que nace del encuentro con el Señor”.

Y concluye: "Estamos convencidos que el amor con gestos concretos y la alegría son el anuncio más explícito del Evangelio en una sociedad que parece vivir en el constante enfrentamiento, donde priman el individualismo y una libertad sin amor”. (Clarín)