Bahía Blanca | Viernes, 03 de mayo

Bahía Blanca | Viernes, 03 de mayo

Bahía Blanca | Viernes, 03 de mayo

¿Por qué el equipo de Scaloni enamora a los argentinos?

Veo juego en equipo, veo hermandad, veo fraternidad.

Por Gabriela Stortoni (*)

 

   Podrán decirme que son 11 tipos contra 11 más corriendo tras una pelota. 

   Podrán decirme… Pero che, ¿no sabés que son millonarios y nada de esto les importa? ¡Encima viven afuera!

   Podrán decirme que no les importa la camiseta sino jugar para elevar su cotización, en el espurio mercado del fútbol. 

   Podrán decirme muchas cosas… pero yo siento que algo diferente se está gestando en un país golpeado, pobre, endeudado y defraudado, donde se ven asimetrías e injusticias por todos lados.

   Porque hay un pueblo que necesita sostener que en un mundial encuentra no solo una alegría, sino algo en que creer. 

   Míralo así. ¿Sabés que veo yo?

   Yo veo un técnico que arrancó como suplente y sacó chapa solito. Con su laburo. Y que se guarda una emoción contenida, con lágrimas que se enjuaga con el codo, frunciendo la trompa y achinando los ojos. Tomando agua para no desbordarse. Llanto, lágrima y catarsis. Y un valor supremo: la humildad.

   Veo unos pibes de 20 y algo más que juegan a morir, buscan el gol y cuando lo encuentra sonríen con la inocencia de los niños. Esto es amor y compromiso.

   Veo que el Messias entendió que es el líder y que no se puede desmoronar ya qué hay 10 compas en la cancha y otras decenas más en el banco que están esperando de él, su líder, que ponga la mirada en alto y tenga el porte erguido (aunque duelan los músculos de tanto correr). Esperan su pase, su mirada y luego el abrazo final. Esto es responsabilidad. Y sí, veo que Lio se recibió de líder. 

   Porque veo un arquero que reconoce que se psicoanaliza y que es una torre grandota con corazón de chiquilín… que sufre si no asegura el arco para su equipo. Es que quiere que Messi y Argentina lleguen a la final y darle una alegría a su pueblo. Pavada de sacrificio donde él es un engranaje más de la máquina de jugar. Y eso es compañerismo, lealtad y empatía.

   Veo juego en equipo, veo hermandad, veo fraternidad. 

   Veo valores. Y es esto lo que enamora de este equipo.

   A contrapelo de toda lógica, este es un equipo que busca ganar aunque esté perdiendo, y que va por la gloria y la alegría del pueblo. Como en los cuentos de D’Artagnan todos para uno y uno para todos.

   Ilusiona y enamora. Y gana porque pone garra, talento y corazón. 

   Porque está bueno que ganen los que tienen valores ¿no? Alguna vez está bueno.

   La incredulidad, avaricia y deshonestidad de nuestra clase de dirigentes y poderosos han generado una sociedad crispada, dividida y egoísta… hasta que llegó el fútbol. Y ahí no hay grieta. ¿No es curioso? ¿Eso no nos está diciendo que algo mejor es posible? 

   Entonces permitámonos soñar que algo diferente, distinto, se está gestando y es posible. Que va más allá de ganar una copa. Sino ganarla con hidalguía. 

   Quizás sea solo un sueño y luego volvamos a ver cómo las mafias, los avivados y avivadas de siempre, ganan terreno en nuestra querida y vapuleada Argentina. 

   Por ahora. me gusta disfrutar de este momento y de esta ilusión, y que mi hija de 8 años crea que un mundo de justas gestas es posible. Ojalá derrame.

   Por eso hoy más que nunca: al equipo argentino salud.

 

(*) Abogada y fanática de la Selección.