Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Insistiendo con el gradualismo

Tras el acuerdo con los holdouts, el ministerio de Hacienda y luego el Banco Central presentaron las proyecciones macroeconómicas y monetarias para lo que resta del 2016, pero además trataron de proyectar cuál será el rumbo de los próximos años. La conclusión es que tras el acuerdo con los holdouts todo sigue tal como se lo había presentado a principios de año, es decir que quedó confirmado el enfoque gradualista para encarar los desafíos que hay por delante.

El déficit fiscal primario pasaría de casi 5,5% del 2015 al 4,8% este año, aunque sigue sin explicitarse cuáles serían las principales fuentes de ahorro que permitirían un menor rojo fiscal. De hecho, el ajuste de tarifas que permitirá ahorrar en subsidios quedó más que compensado por otras medidas como la eliminación de retenciones, la próxima devolución del IVA para la compra de alimentos para los sectores más vulnerables y la suba del mínimo no imponible de Ganancias para los asalariados.

Pero si finalmente se cumple esa leve disminución del déficit, el gran cambio en relación a los años anteriores es que la mayor parte estará financiado por préstamos internacionales, ya sea colocaciones del gobierno en los mercados (una parte de los 16.500 millones de dólares tiene ese destino) pero también créditos de organismos multilaterales.

El resto provendrá de transferencias del propio Banco Central, que no podrán superar los 160.000 millones de pesos en el año. De esta forma, según explicitó el titular del BCRA, Federico Sturzenegger, la expansión monetaria del 2016 no superaría el 20%. Se trata de un porcentaje que claramente debería ir presionando a la inflación a la baja a partir del segundo semestre.

“Creemos que la baja de la inflación será el instrumento más reactivante para la economía argentina”, explicó Sturzenegger al presentar el jueves el plan monetario de la institución. El objetivo, explicitó, es llevar ese índice al 5% anual para el 2019, casi ciencia ficción para la economía argentina, pero en línea con lo que hoy sucede en casi todos los países de la región.

La disminución por escalones de la inflación es un ejercicio inédito en la Argentina y que registra pocos casos similares en el mundo. Dentro de la región, se alude a dos procesos exitosos que se dieron en la década de 1990. Uno de ellos es el de Chile, aunque en ese caso hubo un gran compromiso de los distintos actores sociales por ordenar la transición tras la salida del régimen militar de Augusto Pinochet. El otro caso es el de Colombia, que también llevó niveles cercanos al 25% a un dígito. Hace casi 20 años que ambos países gozan de una envidiable estabilidad en materia inflacionaria.

Argentina, en cambio, tiene más experiencias de programas de shock para bajar la inflación, como en su momento lo fueron el plan Austral, en la década del 80 ,y la Convertibilidad, a principios de los 90. En ambos casos el fuerte déficit fiscal resultó un obstáculo insalvable para mantener el éxito inicial de aquellos programas.

Los signos de interrogación que surgen ahora no son muy diferentes. No está claro si el gobierno podrá llevar adelante ese plan de reducción del déficit fiscal, ante las fuertes demandas sociales que subsisten y la necesidad de inyectar mucho dinero para reactivar la economía, por ejemplo, a través del plan de infraestructura.

Para colmo, si el plan de reducción de la inflación es exitoso la recaudación tenderá a caer por la menor recaudación del IVA o ingresos brutos, acentuando el rojo fiscal.

Abril arrojará el mayor índice de inflación desde el 2002, con una marca que se ubicaría por encima del 6%. Sin embargo, desde el BCRA indican que hay señales de “desaceleración”. La explicación es que el incremento está relacionado con la suba de tarifas, mientras que los precios de los alimentos subieron sólo 0,4% en la primera quincena del mes. La estabilidad del dólar y el enfriamiento del consumo jugaron para este freno.